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Siempre que iniciamos cualquier actividad con nuestros hijos, nuestro planteamiento debe ir dirigido hacia ellos: ¿Qué le gustará? ¿Para qué podrá tener mayor habilidad?A todos nos encantaría que hicieran lo que nos gusta para poder encontrar un momento y una actividad que disfrutar juntos. Y así lanzamos a nuestro hijo a enfrentar una serie de movimientos y reglas que no es capaz de entender. Queremos que patee la pelota y la ingrese a un arco, y nuestro pequeño autista no entiende la orden de patear (aunque lo hace perfectamente cuando quiere agredirnos) y mucho menos quiere alejarse de ese instrumento redondo que le encanta rodar o apuntar hacia el mueble o ventana u adorno favorito para ver si atina su puntería.
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